sábado, 22 de agosto de 2009

Mitos del 3D

Si el cine siempre ha tenido un pasado de barraca de feria, el 3D todavía conserva el de atracción de circo.

Lo dije y vuelvo a decirlo. Ninguna película del nuevo 3D que se ha estrenado hasta ahora merece la pena (a excepción de U2-3D). La gente va a verlas y me dice: "hombre, pues no es para tanto". Pues claro que no. Tienen toda la razón. Porque eso que están viendo no es 3D. Es cine convencional de toda la vida con un efecto tridimensional. El 3D requiere otro lenguaje que, todavía no se está aplicando.

El mayor error es pensar que todo el 3D es igual o que algo, por que sea en 3D, va a resultarte excitante. Es como decir, a día de hoy, que una película en color de vuelve loco. Te volverá loco una película que tenga un color excepcional, empleado dramáticamente. Cuando se puso de moda Wong Kar-Wai llamaba muchísimo la atención el color de sus películas, porque había una intencionalidad y un trabajo desarrollado en él. Con el 3D no es diferente.

Tirar pelotitas a la cara de la gente todo el rato no es 3D. Ni dinosaurios corriendo y sacando los piños fuera de la pantalla es 3D. Eso son efectos especiales en 3D. Pero el 3D no se puede basar en esas atracciones de feria. Igual que el 2D de toda vida evolucionó de tartazos en la cara y jardineros regados a gángsteres en la cima del mundo y chicos franceses que se acariciaban los labios, el 3D necesita de la renovación dramática.

Eso, espero, será a partir de diciembre cuando James Cameron estrene Avatar. Sí, lo sé, ya lo he dicho. Me repito. Pero tengo fé ciega en este señor. No en vano, se retiró del cine convencional para desarrollar el 3D que, el mismo, ha pagado a lo largo de los últimos 90 hasta hoy.

Jordi Llompart es el primer español (y europeo) que ya está haciendo una película de ficción en 3D. Viene del IMAX y, como conocedor del medio, aseguraba hace unos días en El País que había que buscar mejores guiones para las películas en 3D y que no todas las historias son válidas para el 3D. ¿Qué quiere decir esto? Pues, como ya dije en otra ocasión, que ¿hasta qué punto merece la pena ver una comedia romántica en 3D? Tiene sentido un western, una película histórica, una de aventuras o incluso una de acción. Cine espectáculo. Porque el 3D es eso, espectáculo. Pero ojo, no vayamos a caer en el error que cometen los yanquis sobre todo. Que el cine sea espectáculo no quiere decir que sea una patraña. ¿Hay películas más comerciales que Tiburón, La jungla de cristal, Matrix, El Padrino o El resplandor? Todas ha sido taquillazos y todas tienen calidad. No son meros productos de baratillo. No son 2 Fast 2 Furious ni cosas por el estilo. Las puedes ver varias veces y siempre te compensa. ¿Por qué? Porque las historias están bien contadas. No porque sean buenas u originales, sino porque nos hacen olvidarnos de todo lo demás durante las dos horas que duran. Y todas ellas podrían verse perfectamente en 3D.

Como también dice Llompart, no creo que el 3D vaya a salvar la industria cinematográfica, sino que la revitalizará. La Nouvelle Vague no salvó al cine, lo impulsó. Nos dio a Truffaut, Godard... pero también a Coppola, Friedkin... Los indies tampoco fueron los nuevos mesías, pero ayudaron a que el cine saliera de la espiral del high concept ochentero. El 3D no va a cambiar las cosas, pero va a hacer que sean distintas.

Pero para ello hace falta tiempo. Poco a poco, con películas de calidad, se dejará de creer que todavía las películas se ven con gafas anaglíficas (las rojas y verdes de antaño), o que dan dolor de cabeza, o que sólo tratan de lluvias de meteoritos que te estallan en la cabeza...

La ficción en 3D a partir de 2010, pienso, empezará a interesarnos y a sorprendernos.

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